Economía y Productividad Opinión

EL GRAVE PREDICAMENTO DEL 2018

Written by Carmelo Castilla

Por Amylkar D. Acosta M

“Hay que crecer para igualar e igualar para crecer”

Alicia Bárcena, Secretaria ejecutiva de la CEPAL

LO PEOR YA PASÓ

Finalizando el año 2016 el Ministro de Hacienda Mauricio Cárdenas vaticinó que el 2017 sería “mejor para la economía colombiana en comparación con el 2016” y a la postre resultó peor, porque no sólo no creció más que el año anterior sino que la desaceleración se aceler.a hasta cerrar este año con uno de los peores guarismos de crecimiento del PIB en lo que va corrido del siglo XXI . Conocidos los resultados del tercer trimestre de 2017 reportado por el DANE, el Ministro Cárdenas, asumiendo que la economía tocó fondo, pronostica que “lo peor ya pasó…trimestre tras trimestre los datos de la economía seguirán siendo mejores que los meses anteriores. Él insiste en que “ya pasamos el proceso más difícil y la economía está en recuperación”. No obstante, en el Plan Financiero del 2018 que acaba de dar a conocer el Ministro se redujo la meta de crecimiento para el 2018 del 3% inicial a 2.7%, más cerca de la previsión del FMI, que es del 2.8%.

Según el Subdirector del DNP Carlos Felipe Prada, en el tercer trimestre de este año, al menos seis de las nueve ramas presentaron crecimiento positivo. Tres de ellas por encima del promedio de la economía de 2,0 %. En concepto del BBVA, “durante 2018 la economía tendrá un proceso de aceleración adicional por cuenta de los efectos positivos de las reducciones en las tasas de interés, la tasa de inflación, la mejora en la confianza de hogares y empresarios, la dilución de los efectos tributarios y la recuperación de nuestros principales socios comerciales. Estimamos que la economía se acelerará a un 2% de crecimiento en 2018” . En todo caso deja constancia Prada que “el choque externo continúa, genera volatilidad, afecta las cuentas externas y es evidente que el país está en desaceleración” , de la que no será fácil salir después que la economía cayó en la llamada “trampa del bajo crecimiento”.

Aunque la actividad extractiva empieza a dar muestras de su reactivación, después de 4 años de letargo, todavía esos retoños están verdes. Los precios del carbón y los del petróleo han venido repuntando, pero todavía es temprano para prever su evolución en 2018. Los sectores líderes de los últimos tres trimestres han sido el agropecuario, el sector financiero y los servicios sociales, los cuales impidieron que la ralentización del crecimiento fuera mayor. En el último trimestre el sector agropecuario creció el 7.1%, el financiero y servicios sociales crecieron el 3.2%. Entre tanto la industria siguió en terreno negativo con el – 0.6%, al igual que minas y canteras que, con -2.1% completaba  tres trimestres en terreno negativo.

LA APUESTA POR LA REACTIVACIÓN INDUSTRIAL

De cara al 2018 la mayor preocupación sigue siendo el mediocre desempeño de la producción industrial, la cual ha venido creciendo en los últimos 4 años por debajo del 50% del ritmo de crecimiento del resto de la economía. Por primera vez la industria acusa un decrecimiento durante tres años seguidos, al tiempo que decae tanto en términos absolutos como relativos, al perder participación en el PIB, cayendo hasta el 10.9%. Pudo más el efecto de la enfermedad holandesa que la diezmó que la atolondrada  apertura de mercados externos por cuenta de los tratados de libre comercio (TLC) que se suscribieron desatentadamente. En declaraciones recientes no dudó en calificar el 2017 como “el año de la recesión industrial”. De poco sirvieron los intentos del Gobierno de reanimar este sector, primero con el Plan de Impulso de la Productividad y el Empleo (PIPE), en sus dos versiones y después con Colombia repunta, que nunca repuntó. Para Bruce “el gran reto es construir una base sólida para el sector en 2018”, pero ello no será posible mientras se siga creyendo que la mejor política industrial es no tener política industrial.

El Gobierno aspira y espera un mayor dinamismo de la actividad económica el año entrante, dejando atrás la mala racha de la industria, apostándole a un crecimiento de esta del 1% en 2018 con base en un mayor crecimiento del comercio, del 2.2%, después del magro crecimiento en 2017 de 0.9%, un crecimiento mayor por parte de los establecimientos financieros, que supere el 3% y aceptando que el sector agrícola seguirá creciendo pero a un ritmo inferior al de 2017, pasando del 5.1% a 1.3% en 2018. El Gobierno espera que el consumo, que lleva un largo rato de capa caída, con un débil crecimiento del 2.1% en 2017, reaccione y llegue siquiera al 2.7% en 2018.

Ello sólo será posible si se da un vigoroso repunte del consumo de los hogares, puesto que el gasto público se verá frenado durante el primer semestre del año entrante tanto por el apretón fiscal ya anunciado por el Ministro Cárdenas como por la Ley de garantías. Para ello será menester que el Banco de la República mantenga su política monetaria contracíclica mediante la baja de la tasa de interés de intervención, la cual redujo 2.75 puntos porcentuales hasta el nivel actual de 4.75%, aunque su margen de maniobra se achica. En su reunión de noviembre la Junta observó “una actividad económica más débil de lo esperado y el riesgo de una desaceleración más allá de la compatible con el deterioro en la dinámica del ingreso originado por la caída en los precios del petróleo”. Advirtió, además, excesos de capacidad instalada en las empresas, la cual se explica en gran medida por el comportamiento del Índice de Confianza del Consumidor (ICC) de Fedesarrollo, el cual lleva casi 2 años en terreno negativo, situándose en – 10 % en noviembre de 2017 y del propio Índice de Confianza industrial en octubre de – 8.7%, el nivel más bajo para este mes desde 2009. Lo propio ocurre con el componente de las expectativas de los consumidores cuyo indicador también se ha mantenido en terreno negativo. Habrá, entonces, que enfrentar tanto la falta de confianza como los nubarrones en las expectativas de los consumidores para salir del atasco en el que está la economía.

EL OPTIMISMO MODERADO

El Grupo Bancolombia es optimista y espera “que en los próximos meses la industria y el comercio ganen tracción a un ritmo moderado de la mano de la moderación de la inflación, los menores costos del crédito, la recuperación de la confianza, la disipación de los efectos adversos de la reforma tributaria y el fortalecimiento de los socios comerciales del país”. Y, para no caer en el estado alexitímico que le atribuye a los colombianos el psiquiatra Carlos Córdoba, de no leer las cosas positivas que acontecen, debemos subrayar logros tan importantes como haber mantenido este año la tasa de desempleo en un solo dígito, la reducción del déficit de la Cuenta corriente de la Balanza de pagos, que pasó del 6% en 2015 a 3.5% en 2017 y el haber metido en cintura la inflación, que venía desbocada, hasta bordear la meta del Banco Emisor al situarse en el 4.12%.

La apuesta mayor, indudablemente, está en el empuje que pueden darle al crecimiento de la economía la demanda interna y las exportaciones, ahora que se espera un mejor año para la economía global. Ojalá que este próximo año las concesiones de cuarta generación (4G) recobren el impulso que traían y que se vio estropeado por los escándalos de corrupción que han rodeado su contratación de parte de ellas con la firma brasilera Odebrecht, porque ello podría contribuir a un mejor desempeño del crecimiento del PIB. Y, desde luego mantener el esfuerzo que viene haciéndose para seguir impulsando el turismo, convertido en el mayor generador de empleo y en el segundo generador de divisas después del petróleo, por encima del carbón, el banano y las flores.

EL NECESARIO CAMBIO DE MODELO

El próximo Gobierno deberá poner todo su empeño en que la economía retome la senda del crecimiento sostenido y a un mayor ritmo, al tiempo que mejore su potencial de crecimiento que se ha visto seriamente disminuido. ANIF ha estimado que el postconflicto podría acelerar el potencial de crecimiento económico en cerca del 0.5% – 1%/año, “pero sólo a la vuelta de cinco años, dado el lastre del sector minero-energético”. Por lo pronto, el esfuerzo para lograr remontar y escalar la empinada pendiente hay que empezar por una revisión y cambio del modelo económico basado en la actividad extractiva, tendiente a diversificar el aparato productivo, diversificar las exportaciones, ya que entre petróleo, carbón, café y ferroníquel representaron casi el 60% y el destino de las mismas. Su éxito dependerá de cuanto se haga por mejorar la competitividad y está a su vez depende de elevar la productividad, para lo cual es absolutamente indispensable corregir el enorme rezago del país en materia de infraestructura, innovación y tecnologías. La “maldición de los recursos naturales” es una entelequia, la responsabilidad de los altibajos del crecimiento de la economía no puede atribuírsele, como erróneamente se hace, a los recursos naturales sino la gobernanza de los mismos y al Modelo económico imperante.

Ello es tanto más urgente porque con la arritmia del crecimiento del PIB que traemos no sólo no vamos a seguir reduciendo la pobreza y el desempleo, sino que ya se empiezan a registrar retrocesos con respecto a los avances que se habían logrado en estos frentes. De hecho, se ha frenado la reducción de la pobreza, en la que Colombia venía registrando avances importantes y aunque la tasa de desempleo se mantiene en un solo dígito ya se completaron 4 meses en alza de la misma. En noviembre de 2017 la tasa de desempleo se ubicó en 8.4%, superior al 7.5% del mismo mes el año anterior. El lema de la próxima administración en materia económica debería ser lo planteado por la Secretaria Ejecutiva de la CEPAL Alicia Bárcena en su discurso de instalación de su Tercer período de sesiones: “hay que crecer para igualar e igualar para crecer” , advertidos como lo estamos que “en el horizonte estratégico de largo plazo, igualdad, crecimiento económico y sostenibilidad ambiental tienen que ir de la mano”. No hay tiempo que perder, manos a la obra!

Medellín, diciembre 30 de 2017

www.amylkaracosta.net

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